jueves, 17 de mayo de 2007

Definición de la Metamorfosis

El desarrollo de los insectos es muy variado y diferente según las especies. Así vemos que algunos, al nacer son meras miniaturas de los padres, como ocurre en un grillo o un saltamontes, que alcanzarán la forma adulta por crecimiento seguido, marcado por diversos cambios de tegumento, por la aparición de los órganos del vuelo y por el desarrollo de los genitales. Se dice de éstos que tienen metamorfosis sencillas, y presentan, tanto de jóvenes como de adultos, un mismo tipo de aparato bucal, ya masticador, como en los ejemplos citados, ya chupador, como en los hemípteros. En otros insectos, las larvas son acuáticas y aéreos los adultos; mas a pesar de este cambio de vida, su desarrollo no está interrumpido por un periodo ninfal o de reposo, por lo que se les puede estudiar entre los de metamorfosis sencillas. Es lo que ocurre en las libélulas y efémeras. En un tercer grupo están incluidos los insectos que, de jóvenes, son muy distintos de como más adelante han de ser, revistiendo la forma de larva u oruga, en la que no es posible reconocer al adulto. El paso de larva a adulto está marcado no sólo por grandes modificaciones, sino también por un período en que el animal no se mueve (salvo en contados casos), o, al menos, no puede trasladarse de un sitio a otro. Esta etapa es conocida con el nombre de ninfa, pupa o crisálida.
Los insectos que tienen metamorfosis sencillas, o paurometábolos, sufren, durante su desarrollo, tan sólo diversas morfosis de crecimiento, en las que el animal se desprende del tegumento quitinoso en que ya materialmente no cabía, y aparece con uno nuevo, mayor. Por esta causa el insecto no va aumentando poco a poco de tamaño, sino que el crecimiento se verifica como por saltos en cada uno de los cuales se aprecia un desarrollo mayor. Hacen su aparición en una de estas morfosis los órganos del vuelo, en forma de pequeños muñones, que en la morfosis sucesiva serán ya bastante mayores, y que al terminar la última se extenderán y tomarán la forma y aspecto característico de las alas que les correspondan. Durante el proceso de su desarrollo el animal no deja de alimentarse. Los cambios de tegumento no significan sino otros tantos breves períodos de quietud, los precisos para que el nuevo tegumento tome consistencia y pueda servir de inserción a los
músculos.

# En el segundo grupo, o hemimetábolos, la vida del animal ofrece dos períodos diferentes, el primero de los cuales tiene lugar dentro del agua y el segundo al aire libre. Durante su vida larvaria han de respirar dentro del agua por unas falsas branquias que, en realidad, son simples tráqueas modificadas mientras que al llegar a adultos la respiración se efectuará por medio de tráqueas normales. Existe en ellos, por lo tanto, alguna mayor diferencia entre la larva y el adulto que en los paurometábolos. Después de haber sufrido diversas morfosis de crecimiento, llega el momento en que las larvas acuáticas, abandonando el agua, suben a la superficie apoyándose en alguna planta o ascendiendo por las piedras, hasta cruzar el espejo líquido. Entonces quedan inmóviles un corto tiempo, mientras su tegumento se hiende por encima y da paso al adulto. Este ha de permanecer quieto el tiempo indispensable para que sus alas tomen consistencia, conseguido lo cual comenzará un activa vida aérea, muy distinta de la que hasta aquel momento ha gozado en el seno de las aguas. No existe, por tanto, en ellos, un periodo ninfal de reposo, ni cambios notables en su estructura interna.

# El tercer grupo comprende los insectos de metamorfosis complicadas u holometábolos. Las formas jóvenes, larvas u orugas, activas y muy voraces por lo general, van acumulando los materiales que requieren para su ulterior desarrollo y sufriendo diversas morfosis, hasta que llega un momento en que han completado su crecimiento en esta fase, y entonces después de haberse escondido en tierra o resguardado debajo de una piedra o en un capullo tejido para este objeto o simplemente al aire libre, se transforman en ninfa o crisálida. En ésta ya se perciben a veces las partes y apéndices del futuro insecto, aunque de modo más o menos vago, como si estuviese envuelto en un sudario; pero en otros caso el animal parece haber vuelto al período de huevo, de un huevo grande, en el que, ni exterior ni interiormente es posible reconocer ni a la larva de que procede ni al adulto que va a originar. En esta forma permanecen más o menos tiempo, sin moverse ni alimentarse. Entre tanto se verifican en su interior importantes cambios, a veces una casi completa desintegración de los tejidos o histolisis, seguida de una reconstrucción de las estructuras o histogénesis que han de ser necesarias al adulto. Al fin, la crisálida o ninfa, cuyo tegumento se rajará en forma especial, da paso al insecto adulto o imago. Éste aparece ya en la forma definitiva, en la que no crece más y no toma, en muchos casos, sino pequeñas cantidades de alimento, las necesarias para compensar el desgaste que experimente su organismo. El adulto vive relativamente poco tiempo, por lo común el preciso para la fecundación y puestas de los huevecillos que han de perpetuar la especie.
Por circunstancias especiales existen en el desarrollo de algunos insectos diversas fases supletorias, como indicaremos al tratar de las cantáridas y sitaris en los coleópteros, y de las mantispas en los neurópteros. En estos casos se dice que el insecto presenta hipermetamorfosis; y en ellos suelen distinguirse dos tipos de larvas: la primera es activa y busca el medio de llegar hasta las larvas o provisiones almacenadas por otro animal, a cuyas expensas ha de desarrollarse, y la segunda, en que se transforma la primera después de logrado su cometido es por completo diferente de forma, sin patas, y apropiada para ir dando fin de las provisiones que otro almacenó con muy distinto objeto.


Tipos de larvas y ninfas

En las larvas se distinguen varios tipos. Algunas se asemejan por la forma del cuerpo y apéndices a los insectos primitivos, como las campodeas, por lo que se las ha denominado larvas campodeiformes; tiene patas torácicas, pero no abdominales, y el cuerpo es recto y estrecho; son, por lo general, zoófagas y muy ágiles. Otras son las conocidas orugas en las que, además de las torácicas, existen patas tuberculosas en el abdomen que les sirven para andar. De ellas es buen ejemplo el gusano de seda. En otras, el cuerpo grueso y cilindráceo, provisto de patitas torácicas, aparece curvado y descansando, no sobre la superficie ventral, sino sobre uno de sus costados: son las larvas melolontoides, como las de los escarabajos sanjuaneros y las melolontas. En muchos otros tipos, las larvas carecen por completo de apéndices; su cuerpo es más o menos vermiforme, y puede presentar caprichosas y notabilísimas formas, en especial en algunos de los pequeños himenópteros parásitos del grupo de los proctotrúpidos y calcídidos.
En las ninfas o pupas también pueden distinguirse diversos tipos. En las verdaderas ninfas, o pupas libres, se reconoce bastante bien la forma del cuerpo del adulto, sobre el que aparecen aplicados los apéndices, como ocurre en los neurópteros, coleópteros e himenópteros. En las crisálidas, o pupas obtectas, características de las mariposas y dípteros ortorrafos, las alas y apéndices están más apretados contra el cuerpo y cubiertos por el tegumento quitinoso en forma que no hacen sino ligero relieve. Las pupas de los dípteros ciclorrafos constituyen un tercer tipo, pues en ellas se conserva el último tegumento larvario, que se endurece y queda formando una protección o cápsula, el pupario, al animal que encierra, al que no está soldado; las de este tercer tipo se denominan pupas coartadas.
Las ninfas permanecen inmóviles; pero es necesario recordar que casi todas las crisálidas pueden mover más o menos su abdomen de un lado a otro y que las ninfas verdaderas tienen a veces algunos movimientos. En las rafidias incluso llegan a mover con gran soltura varias partes de su cuerpo.

Clasificación DE LOS INSECTOS

Son muy numerosas las clasificaciones que se han propuesto para los insectos, basadas casi todas ellas en la forma del aparato bucal, en las metamorfosis y en las alas. Pesando ventajas e inconvenientes, hemos procurado simplificar lo más posible, y asimismo, reunir los distintos órdenes en dos subclases de extensión muy desigual:


Subclase apterigógenos
ProturosColémbolosTisanuros
Subclase Pterigógenos
Ortópteros
Tricópteros
Dermápteros
Himenópteros
Pseudoneurópteros
Tisanópteros
Pseudortópteros
Hemípteros
Coleópteros
Dípteros
Estrepsípteros
Lepidópteros
Neurópteros

Algunos autores establecen una división dentro de la subclase de los pterigógenos, atendiendo a las metamorfosis y al modo de desarrollo de los órganos del vuelo, y así los separan en exopterigógenos y endopterigógenos. Los primeros son los que tienen metamorfosis sencillas, y en ellos falta por lo común el estado de pupa o ninfa, y los órganos del vuelo se desarrollan al exterior (ortópteros, dermápteros, pseudoneurópteros, pseudortópteros, tisanópteros y hemípteros). Los segundos tienen metamorfosis complicadas, presentan siempre un periodo de ninfa o crisálida, y los órganos del vuelo se desarrollan en el interior del cuerpo (coleópteros, neurópteros, tricópteros, himenópteros, dípteros y lepidópteros). Recientemente, los colémbolos han sido separados de los insectos y ubicada en una nueva rama
IVAN FEREIRA
CI: 17.579.926
SECCION : A

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