Cientos de ríos y arroyos diseminados por todo el país ha recorrido la zoóloga formada en la Universidad Austral de Valdivia y directora del grupo Benthos, Maritza Mercado, para concretar una quijotesca investigación: crear el primer catastro de calidad de los cauces de aguas chilenos.
Este registro tiene por finalidad establecer bioindicadores que permitan en el futuro saber la real situación medioambiental y de salubridad de los ríos y tranques de agua dulce (tanto para el consumo humano como animal) a través del análisis de los insectos que en ella viven.
La inédita iniciativa -liderada por Mercado, en conjunto con otros cuatro zoólogos que conforman el grupo Benthos- tiene por dinámica recolectar insectos acuáticos, en su mayoría en estados larvales, los cuales viven en los lechos de los ríos, generalmente bajo las piedras (denominados macrozoobentos). Esto, porque como sostiene la zoóloga “los indicadores biológicos -como los insectos- ayudan a establecer cuáles son las aguas limpias y cuáles son las sucias”.
Zoóloga Maritza Mercado.
Es el caso de los plecópteros y efemerópteros, los cuales según Simon Elliott, otro miembro del equipo, “son tan finos que sólo viven en las aguas limpias y su sola presencia asegura su potabilidad, siendo incluso hasta más saludables que las de la cañería de agua potable”, comenta a La Nación.
Elliott es arquitecto de profesión y llegó a la biología por su afición a la pesca con mosca. A través de este hobby, comenzó a recolectar insectos en ríos de todo el país, hasta formar una significativa muestra que estaba documentada, pero no clasificada.
En el afán por buscar a un experto que lo ayudara en ese cometido dio con Maritza Mercado y terminó uniéndose a su grupo de trabajo. Con las muestras capturadas por la zoóloga y Elliot lograron reunir una colección de insectos bentónicos o macrozoobentos, extraídos de 143 cursos de aguas chilenos, desde Visviri hasta Tierra del Fuego, además de 22 zonas de la cordillerana Argentina entre Bariloche y Ushuaia.
La Penaphlebia flavidula es una ninfa asociada a aguas muy limpias y de amplia distribución en Chile.
La colección de insectos, actualmente, consta de más de 3.500 ejemplares, tanto adultos como en estados inmaduros, en su mayoría determinados a nivel de especie.
Las dificultades pendientes en esta área se han ido clarificando mediante crianzas de larvas para obtener los adultos asociados, así como también con la colaboración de especialistas extranjeros.
Para tener una mayor precisión de los datos obtenidos, el análisis de los insectos se ha complementado con información físico-química de las aguas. La idea es medir la tolerancia de este tipo de insectos a diversos nutrientes que pueden ser, en exceso, nocivos para el hombre. (ver recuadro al final de la nota).
Tras seis años de trabajo el material está siendo procesado para publicaciones especializadas y como base para un inventario de este tipo de fauna a nivel nacional a fin de posibilitar su correcta aplicación como bioindicadores de la calidad de las aguas continentales.
Si bien, esta técnica es muy utilizada en los países desarrollados, nunca se ha aplicado en Chile por falta de investigadores interesados en trabajar en este ámbito de la ciencia, pese a que permitirá sentar las bases para los estudios medioambientales futuros tanto a nivel de las aguas como de la fauna existente en ella.
La pesca con mosca en los ríos de Chile, gatilló la afición de recolectar miles de insectos al arquitecto Simon Elliott. Hoy su colección sirve de referencia base a los científicos para determinar la calidad de las aguas.
Lo más notable de este estudio y al mismo tiempo la gran crítica al sistema de financiamiento de proyectos científicos en Chile, es que esta investigación se no ha recibido ningún tipo de apoyo público ni privado, sino que ha sido íntegramente costeado por el bolsillo de los investigadores asociados al proyecto.
“En Chile sólo se apoya con recursos económicos a las ciencias aplicadas. Nosotros hemos postulado a diversos concursos y nunca hemos sido seleccionados por trabajar con ciencias básicas”, dice la zoóloga.
Pese a todo, los expertos ya han elaborado una radiografía preliminar de la calidad de las aguas dulces en Chile (ver recuadro). “Con certeza puedo afirmar que la situación medioambiental de los cursos de agua de todo el país es bastante aceptable en la mayoría de los casos, y esto lo digo con propiedad, ya que contamos con un completo catastro de las comunidades que en ellos viven, de la distribución a lo largo del territorio de la mayoría de las especies zoobentónicas que viven en el agua, y un análisis de sus vulnerabilidades, determinado por especies”, dice Mercado.
Y agrega que “Chile tiene la ventaja de que si bien contaminamos mucho los cursos de agua, no llegamos a los niveles de Estados Unidos y Europa, donde en algunos casos la vida bentónica desapareció, mientras que aquí aún es abundante”.
La Química de las Aguas
El estudio de las especies de fauna que están en los cursos de agua dulce se complementa con la información físico-química de la calidad de las aguas.
Para ello los científicos han medido el pH, la conductividad, oxígeno disuelto (OD) los nutrientes derivados del nitrógeno y del fósforo (nitritos, nitratos, amonio, nitrógeno orgánico, fósforo total y ortofosfato), los niveles de sílice y las demandas biológicas de oxígeno de las aguas.
Mercado explica que cuando los valores de los nutrientes antes mencionados son excesivos es porque hay procesos de “eutroficación” que pueden resultar contraproducentes en la calidad del agua. Ello porque puede tornar tolerantes a estos elementos a los insectos macrozoobentos, o en casos extremos, eliminarlos totalmente. Así por ejemplo, el indicador de agua más sucia es un gusano, el tubifex. Su sola presencia asegura altas concentraciones de materia orgánica e incluso ausencia de oxígeno.
También se evalúa la presencia de metales como el aluminio, bromo, cloro, cobre, cianuro, flúor, yodo, fierro, manganeso, molibdeno, níquel, plata y zinc, que en cantidades excesivas pueden ser perjudiciales para la salud humana.
Para llevar a cabo esto los científicos utilizaron fotómetros de Hanna. Estos instrumentos les han permitido medir con precisión todos los parámetros medioambientales.
Grupo Benthos
El grupo de científicos de Benthos está conformado por el Bioquímico y Doctor en Ciencias de la Zoología José Núñez Navarro; Claudia Mercado Olivares, Doctora en Ciencias Biológicas; Mariano Grandjean, Magíster en Zoología y Maritza Mercado.
Por: José E. Méndez
C.I: 14.962.207
Sección "B"
Fuente: Diario La Nación
1 comentario:
Dicen todos los terminos en forma muy general. Yo como estudiante de universidad, seria de mayor ayuda, ponder datos mas certeros y con una mayor explicacion.
si de ser posible favor de mandarme paginas de internet o libros de los cuales podria obtener información. muchas gracias.
para ser un trabajo por internet es muy bueno.
espero me escuchen
karon_uuu@hotmail.com
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